Ansiedad, Ataques de Pánico y Estallidos de Rabia: Tres Formas De Un Mismo Desborde Emocional
- paolaborlini28
- 21 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 jun
Puede que creas que eres la hija/o perfecta/o, la amiga que siempre está, la pareja que nunca dice no.
Pero… ¿A qué precio?
Tu cuerpo y tu mente tienen un límite. Y cuando no lo respetas, encuentran su propia forma de gritar lo que tú no te atreves a decir.

La ansiedad te encoge por dentro.
Es miedo que se tapa y se instala en tu pecho, en tu estómago, en tu mente.
Callas tus necesidades, priorizas a los demás, haces lo que “deberías” hacer…
Y mientras tanto, acumulas tensión y, para calmar ese malestar, aparecen los escapes: compulsividad, distracción, vínculos o actividades que anestesian.
El ataque de pánico es la explosión de esa ansiedad silenciada.
Es el instante en que todo lo que llevas tiempo suprimiendo te desborda por completo.
Ya no puedes contener el miedo; el cuerpo toma las riendas.
Y no, no te estás volviendo loca/o ni te vas a morir.
Es tu sistema nervioso saturado descargando lo que ya no puede sostener.
Los estallidos de rabia son otra cara del desborde.
Cuando no sabes poner límites, cuando tragas lo que duele y aguantas más de lo que deberías, llega un punto en que explotas.
Y no es solo por lo que ocurre en ese momento; es por todo lo que has venido guardando en silencio.
¿Por Qué Sucede Esto?
Porque cargaste demasiado.
Y cuando no das espacio para soltar lo que pesa, la emoción busca su salida… aunque sea en forma de desborde.
Estos tres estados —ansiedad, ataques de pánico y estallidos de rabia— no son más que diferentes formas de la misma saturación emocional.
Aparecen cuando has soportado más de lo que puedes, cuando prefieres callar para no incomodar, cuando postergas tus necesidades y reprimes tus límites.

¿Cómo Romper Este Ciclo?
Empieza por escucharte antes de desbordarte.
Detente y pregúntate:
Dónde aparece primero la incomodidad?
¿En la mandíbula apretada, en el nudo de la garganta, en los puños cerrados o en ese dolor persistente en la barriga?
Practica poner límites.
Decir “no” no te convierte en una mala persona.
Te convierte en alguien que se cuida y se respeta.
Deja de perseguir la perfección.
Solo te encierra en lo que otros esperan de ti y te aleja de quien realmente eres.
Date permiso para expresar lo que necesitas.
Tienes derecho a pensar distinto. A sentir diferente.
Y sobre todo, a no justificarlo.
No es valentía aguantarlo todo.
Es valentía empezar a decir lo que realmente sientes.
Cuando aprendes a expresar tus emociones a tiempo, la ansiedad se calma, los ataques de pánico desaparecen y la rabia se convierte en fuerza creativa y resolutiva, en lugar de destructiva.
Porque la libertad emocional no está en no sentir, anestesiar o evitar.
Está en dejar de cargar y sostener lo que no te corresponde.
Ansiedad, ataques de pánico y estallidos de rabia: señales de un desborde emocional que pide ser escuchado
Recuerda: No estás rompiendo, estás liberando.
Ni la ansiedad ni la rabia son el problema.
Por más desagradables que sean, estos estados son tu sistema defendiéndose, curándose, limpiándose.
Te están diciendo que es hora de parar, de mirar hacia adentro y de elegir conscientemente qué quieres seguir cargando y qué ya no te pertenece.
La salida no está en seguir aguantando ni en estallar.
La salida está en dar espacio a lo que sientes antes de que te desborde.
La verdadera fuerza no está en aguantar… sino en saber soltar.
Hacer terapia es un acto de cuidado personal, no una señal de debilidad.
Si en este camino sientes que te falta fuerza, claridad o sostén, recuerda que no tienes que poder con todo sola/o. A veces, el paso más valiente es reconocer que necesitas acompañamiento. Pedir ayuda profesional no es un signo de debilidad, sino una forma de cuidado profundo. Un acto de amor hacia ti misma/o. Porque mereces ser escuchad/oa, comprendida/o y acompañada/o en este proceso de volver a ti.



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