Qué es la ansiedad y por qué puede ser una señal de transformación
- paolaborlini28
- 23 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 jun
Entender qué es la ansiedad desde una mirada más humana y simbólica puede ayudarte a dejar de verla como un enemigo que hay que eliminar, y comenzar a escucharla como la señal de que estás atravesando un momento de cambio vital.
Hay un momento —a veces sutil, a veces abrumador— en que todo en tu interior se agita.
El corazón late más fuerte. La garganta se cierra. El pecho se oprime.
Y aunque afuera nada lo explique, adentro algo grita.
Le pones nombre: ansiedad.
Y la ansiedad es miedo. Un miedo que muchas veces no sabemos nombrar… porque mirarlo de frente nos confronta con la posibilidad de cambio, de transformación.
Y ese miedo, aunque incómodo, puede estar mostrándote algo importante: que estás creciendo.
Qué es la ansiedad: cuando el miedo señala el camino
La ansiedad no es solo un estado físico o mental. Es una manifestación profunda del alma cuando se enfrenta al vértigo de elegir.
Es la tensión entre dos fuerzas:
Tensión emocional: la que te pide quedarte donde estás, por fidelidad a lo aprendido, a lo familiar y social.
Tensión creativa: la que te empuja hacia lo nuevo, hacia lo que te representa, hacia lo que anhelas, a ser fiel a ti misma, a tu propio camino.
La ansiedad aparece cuando estás cerca de tu verdad, pero aún no te animas a nombrarla.

Ansiedad desde los tres centros: mental, emocional y corporal
Desde el cuerpo
La ansiedad se siente, a veces sin previo aviso, como si algo dentro se desbordara.
El corazón se acelera (palpitaciones). Las manos sudan. Aparecen temblores, sensación de ahogo o un nudo en la garganta. Tal vez sientes opresión en el pecho, náuseas, mareo, inestabilidad o incluso desconexión del entorno (desrealización) o de ti misma/o (despersonalización).
Las piernas y brazos pueden adormecerse o paralizarse, aparece frío (escalofríos) o calor repentino (sofoco).
Es el cuerpo hablando el lenguaje del miedo, incluso cuando la mente aún no ha podido entenderlo.
Desde lo emocional
La ansiedad es miedo que no te animas a mirar.
Miedo a decidir, a equivocarte, a perder.
Y más profundamente: miedo a dejar de ser quien siempre fuiste para convertirte en quien realmente eres.
Elegir implica renunciar, y eso da vértigo emocional.
Nos confronta con duelos invisibles, con pérdidas que no siempre sabemos nombrar.
¿Si elijo esto, qué pierdo? ¿Si dejo esto, quién seré?
Y cuando no podemos decidir, nos quedamos en el limbo, en la no-decisión y es cuando nuestra salud se deteriora.
Desde lo mental
Es el ruido interno que no para.
“No voy a poder con esto”
“Me voy a volver loca”
“Esto no tiene salida”
Pero no es locura: es una mente intentando protegerse del cambio.
Cambiar significa separarse de mandatos, de lo heredado. Es el vértigo a la libertad.
Ansiedad como síntoma: no estás enferma, estás a punto de transformarte
La ansiedad no es una falla, es una alerta.
No es que “tengas un trastorno”.
Es que hay algo dentro de ti que ya no puede sostenerse sin cambio.
A veces, la canalizas por caminos que solo anestesian: el trabajo en exceso,
vínculos tóxicos, comida, sustancias, distracciones constantes, compras compulsivas.
Y otras, la ansiedad se transforma en un ataque de pánico:
una explosión emocional que tu sistema necesita para liberar todo lo que callaste.
Entonces… ¿por qué aparece la ansiedad?
Porque estás frente a una elección vital.
Y tu alma necesita separarse de lo que ya no vibra con tu crecimiento.
Pero elegir duele.
Porque elegir también es despedirse.
De una versión de ti. De una lealtad. A veces, de una identidad entera.

¿Cómo atravesarla con conciencia?
No te apures en apagar el síntoma.
Pregúntate qué te está señalando.
No estás rota. Estás en transición.
No busques afuera lo que solo puedes responderte adentro.
Puedes empezar con esta reflexión:
¿Qué decisión estoy postergando?
¿A qué le tengo miedo?
¿Qué parte de mí está pidiendo ser liberada?
La ansiedad no es el enemigo.
Es una alarma amorosa que dice: “mírame, escúchame, atiéndeme”.
Cada vez que eliges con coraje, la ansiedad baja su volumen.
Porque ya no necesita gritarte.
La estás escuchando.
Estás creciendo. Estás eligiéndote.
Y aunque te tiemble todo el cuerpo… ese temblor también es vida abriéndose paso.
Hacer terapia es un acto de cuidado personal, no una señal de debilidad.
Si sientes que esta ansiedad te desborda, si el cuerpo habla más fuerte que tu voz, si el miedo nubla tu claridad… no tienes que atravesarlo sola/o.
La terapia es un espacio donde puedas ponerle palabras a lo que pesa, mirar con otros ojos lo que duele, y descubrir, a tu ritmo, qué verdad está queriendo emerger en tu vida.
Porque mereces ser escuchada/o sin juicio, sostenida/o con respeto, y acompañada/o en el camino de volver a ti.



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