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Derechos Personales: El Arte De No Traicionarte

Actualizado: 7 jun


Mujer abrazándose a sí misma mientras sonríe, representando el acto de reconectar con su dignidad y ejercer sus derechos personales desde el amor propio.

¿Qué son los derechos personales y por qué importa ejercerlos?


Hay una forma silenciosa de abandono: aquella que ocurre cuando vas por la vida disculpándote por sentir, por decir que no, por necesitar espacio, por pensar distinto. Te moldeas para encajar, te encoges para no incomodar, te desvives por la aprobación ajena como si tu valía estuviera siempre en manos de otro.


Pero… ¿Quién te enseñó que ser tú era demasiado? ¿Desde cuándo vivir auténticamente se volvió motivo de culpa?


Existen derechos que no aparecen en papeles legales, pero que son esenciales. No se mendigan: se reconocen, se ejercen, se habitan. Son los derechos asertivos. Recordarlos es un acto de regreso a ti. Una acción poderosa que convierte a la dignidad en brújula, y a tu voz interior, en palabra clara.


Allí, en ese punto de encuentro entre el alma y la acción, habitan estos derechos. No como normas rígidas, sino como recordatorios vivos de que mereces ser tú, con todo lo que eso implica:

  • El derecho a decidir cómo dirigir tu vida. Esto incluye perseguir tus propios objetivos y sueños y establecer tus propias prioridades.

  • El derecho de tener tus propios valores, creencias, opiniones y emociones, y el derecho a respetarte a ti frente a los demás.

  • El derecho a no justificar o explicar tus acciones o sentimientos a otros.

  • El derecho a expresarle a los otros cómo quieres ser tratado.

  • El derecho a expresarte y decir, "No", "No lo sé", "No entiendo", o incluso "No me importa".


  • El derecho a tomarte el tiempo que necesites para formular tus ideas antes de expresarlas.

  • El derecho a pedir información o ayuda, sin sentirte mal.

  • El derecho a cambiar de idea, a cometer errores e incluso a veces actuar ilógicamente, con el total entendimiento y aceptación de las consecuencias.

  • El derecho a quererte, incluso sabiendo que no eres perfecto, y a veces hacer menos de lo que eres capaz de hacer.

  • El derecho a tener relaciones satisfactorias y positivas en las cuales te sientas confortable y libre para expresarte honestamente.

  • El derecho a cambiar o terminar ciertas relaciones, si es que no coinciden con tus necesidades o te dañan.

  • El derecho a cambiar, mejorar o desarrollar tu vida de la forma que tú lo determines.


Habitar tus derechos personales es una forma de coherencia. No necesitas justificar lo que sientes ni pedir permiso para ser quien eres. Ejercerlos es recordar que tu vida también te pertenece.

Ejercer estos derechos no es un acto de rebeldía. Es un sí a tu Ser. Y es también una danza: a veces firme, a veces torpe, pero siempre auténtica. Porque honrarte no se negocia: es tu raíz, tu centro, tu hogar.


Cada uno de estos derechos asertivos es un faro que te recuerda que no estás aquí para complacer, sino para caminar hacia la libertad de ser quien verdaderamente eres, y no lo que te han demandado que seas.


Hacer terapia es un acto de cuidado personal, no una señal de debilidad.


Si sientes que te cuesta defender tus derechos sin culpa, si a veces te olvidas de ti mientras intentas no incomodar a nadie… recuerda que no tienes que resolverlo todo sola/o. Buscar ayuda profesional no es rendirse, es comenzar a cuidarte con la misma entrega con la que siempre cuidaste a otros. Es volver a ti, paso a paso, sin traicionarte.


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